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Filosofía del viaje, por Jorge Santayana (Revista de Occidente nº 2, 2ª época, Diciembre 1964)
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Esteban Padilla Vilches, de Rus (Jaén), nos envía su aportación, con unos versos de Antonio Machado:
¡Olivares coloridos
de una tarde anaranjada;
olivares rebruñidos
bajo la luna argentada!
¡Olivares centelleados
en las tardes cenicientas,
bajo los cielos preñados
de tormentas!…
Se inicia aquí una pequeña antología de la presencia del olivo en la literatura y en la poesía. Quedan invitados los lectores a aportar su grano de arena o puñado de tierra fértil, a este empeño.
Empezamos por Valderrama (citado por el poeta Luys Santa Marina en la revista Cruz y Raya, marzo de 1934):
«Un extremado olivo, con cuya fruta se regalaban las mesas, con cuyo aceite se alumbraban las tinieblas y se curan las heridas» .
El aceite de oliva es, en efecto, alimento, luz y medicina. Estas tres funciones ya se mencionan en la Biblia repetidas veces. Por eso los Santos Óleos se administran al moribundo: le curarán, guiarán y darán fuerza.