El olivo y las letras. Azorín

Había que pasar por una llanada poblada de olivos; el camino, viejo camino, torcido, con altibajos, serpeaba entre los olivares. Nada más simpático que estos árboles tan serios, tan aparentemente tristes; sus hojas, perennes, son de color de ceniza; por un lado están brillantes, charoladas, y por otro son ásperas. Y el tronco varía según la forma que se dé al árbol; en Mallorca los olivos son altos, con el tronco retorcido, como atormentado; en Alicante los olivos son de copa baja, retorcida, y la cenicienta fronda casi toca los sembrados que entre los liños de olivos se extienden.
 
Un monje laico, por Azorín (en Ultramarinos). 27-XII-1931
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