Prora es una localidad creada en 1936 en la bella isla alemana de Rügen para organizar las vacaciones del proletariado alemán mediante la Fundación KdF, Kraft durch Freude, fuerza con alegría.
Se trata de un edificio de casi cuatro kilómetros de largo, cerca de la elegante localidad balnearia de Binz sobre el Báltico.
El propósito era que los trabajadores alemanes, arios y afectos al régimen nacionalsocialista, pudieran ir a la playa y tener vacaciones por módico precio. Además de esta inmensa colonia de vacaciones, la KdF dispuso de dos grandes paquebotes de crucero, el “Robert Ley” y el tristemente famoso “Wilhem Gustloff”, que llevaron obreros a Madeira por un precio diez veces menor que los turoperadores privados.
En 1945, a punto de terminar ya la guerra mundial, el “Wilhem Gustloff”, cargado con nueve mil refugiados alemanes de los países bálticos fue deliberadamente hundido por un submarino soviético, pereciendo todos, niños, mujeres, ancianos. Sabían que no era un objetivo militar. Fue una pura venganza. Günther Grass ha sido el único que se ha atrevido a evocar esta masacre en su libro A paso de cangrejo (2002). Gustloff era un nazi, impulsor del socialismo hitleriano que había sido un héroe en la I Guerra Mundial. Tras la KdF estaña el Frente de los Trabajadores (el Arbeitsfront, DAF), sindicato único que había sustituido a los disueltos tras la llegada de Hitler al poder.
Volviendo a Prora, en 1936 se pensó que debía ser más bien destinado a hospital militar, como así fue. La propaganda del régimen acabó pronto. Pero los carteles y folletos editados en la época son sorprendentemente parecidos a los de la promoción turística actual. Presos políticos trabajaron en su construcción, inacabada. Tras la derrota alemana, los soviéticos lo siguieron utilizando con propósitos militares.
La arquitectura era muy funcional y muy bien pensada, con torres de servicios y una igualdad absoluta para todos los residentes. Hoy, sus ruinas, son como un monumento a la historia viva del país.
El contraste con la coqueta localidad vecina, Binz, es flagrante. Restaurantes, villas y casas de madera blanca, parques bien cuidados. Allí veraneaban, a un kilómetro, las clases altas del Tercer Reich.
Existe un paralelismo con las iniciativas de parecido objetivo llevadas a cabo en 1936 por el Frente Popular francés y, tras la guerra, los proyectos en la costa de Argelès sur Mer y la Grande Motte, en España por la Falange (Educación y Descanso), y en el Portugal salazarista con las villas de vacaciones.
El viajero se verá sorprendido porque muchos pequeños pabellones, con jardines, siguen siendo alquilados por familias modestas alemanas. Hay un gran camping para jóvenes, deportes de vela y un acceso ferroviario al pie mismo de la urbanización, que está enclavada entre los bosques y la playa.
El centro de Documentación de Prora explica todo esto y además presenta exposiciones temáticas sobre el nacionalsocialismo, la persecución y exterminio de los judíos, etc. Como en toda Alemania, la labor de catarsis y de reconocer los males pasados, es un ejercicio que no tiene parangón con ningún otro país implicado o cómplice en masacres, por ejemplo, Austria o Japón.
Más información: http://www.prora.eu
Muy interesante este viaje en busca de historia.
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