Agustín García Calvo nos dejó hace poco, el 1 de noviembre. Poeta, pensador, irredento, vitalista, amante del lenguaje, riguroso en su lengua y escritura libres, siempre fue un ejemplo de honestidad.
Pero la libertad tiene un precio. Y, unos porque le consideraban algo loco (de su pura lucidez, quiza), otros porque esperaban que les apoyase incondicionalmente, García Calvo fue poco a poco dejado de lado por los bien pensantes.
Conocía la geografía, la historia y la literatura española como pocos y, entre otras muchas obras, nos dejó Del tren, 83 notas o canciones (editorial Lucina, 1981). Al azar, estos versos: