Gregorio Marañón dijo, en 1953:
Hay, ante todo, que saber lo que es viajar, para no confundirlo con hacer turismo. Es tema que no me abandona. Sólo se puede decir que se viaja cuando hay algo que descubrir. Si no se descubre nada, el viajero ya no existe; y al hombre inerte que le sustituye se le llama turista. La diferencia es esencial. Pocas cosas dan una idea más clara de la desvalorización del hombre en el mundo actual, como el hecho, en apariencia intranscendente, de que las sociedades de viaje se hayan transformado en agencias de turismo, de que disminuyan los libros de viajes, donde se cuenta lo que se ha visto y aumentan las guías turísticas en las que se nos dice lo que vamos a ver; porque el turismo supone la desaparición de la noble y libre condición del viajero. Pero se me dirá: si viajar es descubrir, es lógico el ocaso del viajero, porque, sobre el haz de la tierra todo está descubierto ya. Mas esto, que parece exacto, no lo es. En realidad, el mundo entero está inédito y lo estará perdurablemente para el hombre que conserve intacto en su espíritu la capacidad para la expectación, para la curiosidad emocionada hacia todo lo que existe. El descubrimiento no sólo consiste en ver las cosas con los ojos de la cara por primera vez, sino también en alcanzar a ver con el entendimiento las dimensiones inagotables de lo ya conocido.
(De “Un español regresa del Brasil”, 1953)