Paseando por los jardines de la Alhambra y del Generalife pensamos que el oloroso boj es un privilegio del sur. El buxus sempervirens pertenece a una familia con más de 70 especies, siendo Cuba el lugar donde más se encuentran, con 30, seguida de Madagascar, con 17. En España el boj es planta de jardín, más bien escasa, aunque en la Sierra de Segura, en la provincia de Jaén, se encuentra el buje, que no es sino una especie de boj local y muy resistente. Desgraciadamente, no se encuentra en ningún vivero de aquella zona, de los poquísimos que hay. El boj es de crecimiento lento, difícil (aunque resiste las heladas, poniéndose solamente algo dorado y recuperando después el verdor), un antídoto contra el jardín de urbanizaciones y de nuevos ricos, que lo quieren todo rápido y con relumbrón.
En la Dordoña, esa bella región francesa, está uno de los jardines más famoso de boj, el de Marqueyssac. El boj tolera toda la poda ornamental, lo que constituye la topiaria. No es casual que sea ornamento de palacios y residencias reales. En Bruselas lo encontramos en los jardines, casi fosos, del Palacio Real,

Palais Royal de Bruselas

Petit Sablon y la iglesia del Sablon
y en muchos squares o plazuelas ajardinadas. Una en especial merece nuestra atención, la del Petit Sablon, bajo las estatuas de Egmont y Hornes. Egmont, vencedor de San Quintín, noble católico flamenco leal a Felipe II, criticó al emperador y le pidió que respetase las libertades locales de Flandes. La consecuencia de su osadía fue que el duque de Alba mandó cortarle la cabeza junto al otro noble, Hornes, en la Gran Plaza de Bruselas. Marnix, el miembro protestante de aquellos indignados, se salvó porque huyó a los territorios del Príncipe de Orange, en la actual Holanda.