Chinua Achebe sobre Joseph Conrad

El escritor nigeriano Chinua Achebe (1930-2013) no fue gran entusiasta de Joseph Conrad, al que sin embargo sí le reconocía sus dotes de escritor. Mal que le pese a Juan Benet, el escritor español que consideraba a Conrad como uno de los mejores escritores del siglo XX, Achebe analiza en esta conferencia la actitud del escritor polaco en relación a lo africano:

Achebe sobre Conrad

https://polonistyka.amu.edu.pl/__data/assets/pdf_file/0007/259954/Chinua-Achebe,-An-Image-of-Africa.-Racism-in-Conrads-Heart-of-Darkness.pdf

El escritor nigeriano analiza, en un texto de 1977, la actitud de Conrad ante Africa y los africanos, a través del análisis de una sus obras más conocidas, El corazón en las tinieblas. 

Se trata de un ensayo literario y, en cierto modo, también político, sobre la obra del escritor y, yendo más allá, sobre la ignorancia que predomina en el mundo sobre la cultura africana.

Entra Achebe en el debate puramente literario, analizando los adjetivos, las descripciones de Conrad que revelan su condescendencia y su visión negativa del «salvaje» africano. Conrad recurre a los mitos más confortables y propios de su época – y también, en parte, de la nuestra, sostiene Achebe-. Para Conrad, Africa es incomprensible, inexpresable y provoca cierto miedo. Kurtz (que Coppola recrea en Apocalypse Now) se vuelve loco en la soledad del fondo de Africa. El río Congo es temible, por contraste con el apacible y civilizado Támesis. No es un relato de compasión hacia los negros sino un análisis psicológico de un blanco perdido en la profundidad de la selva.

Achebe cita al biógrafo de Conrad, Bernard Meyer, que ya ahondó en el antisemitismo del autor, así como en su actitud ante los africanos, los caníbales, incluso ante la mujer africana (la amante de Kurtz) que contrasta con la descripción de la mujer blanca, mucho más positiva.imgres

Aunque Conrad se sitúa en un segundo plano respecto al narrador de la ficción, Marlow, no deja de compartir esa especie de terror, mezclado de sorpresa y espanto, ante lo que sucede en la posesión de Kurtz.

El problema de Conrad es que su actitud era la «normal» en aquella época, en la que incluso Albert Schweitzer, el gran médico, señalaba que los negros eran sus hermanos, pero sus «hermanos pequeños». En general, se desconocía la cultura africana, incluso la talla y la escultura, a pesar de que los primeros impresionistas ya se sienten inspirados por ellas, como Vlaminck.

Achebe hace interesantes digresiones, como la del viaje de Marco Polo, para explicar cómo muchos viajeros ignoraron la cultura del país que visitaban, a pesar de describir muy bien otros aspectos de los lugares , cortes y personajes.

No deja el escritor nigeriano de reconocer la gran calidad de la escritura de Conrad lo que, precisamente, ha podido distorsionar su discurso y su visión, haciéndolo pasar por amigo de Africa, cuando no lo era, simplemente describe el horror de la colonización belga.

 

 

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António Passaporte, un fotógrafo portugués en las Brigadas Internacionales

Hace veinte años, cuando la Expo de Lisboa, su Ayuntamiento organizó una exposición sobre el fotógrafo António Passaporte. Exposición que pasó desapercibida para el público español.

Y, sin embargo, la vida de Passaporte fue muy interesante y estuvo ligada a España. Su curioso apellido viene del hospicio de Evora, donde las monjas así nombraron a su abuelo, entregado anónimamente como recién nacido, en 1838.

Nuestro António Passaporte nació también en Evora, corazón del Alentejo, en 1901. Gracias a Isabel Silva y Luis Pavão he podido descubrir algunos detalles de su vida. Tras vivir un tiempo en Angola, vino a Madrid en 1923 y allí trabajó sin interrupción, aunque viajó por España, hasta el 1º de septiembre de 1939, en que volvió a Portugal. Entre tanto, había trabajado con los Laboratorios Cinematográficos de Madrid-Film, se casó con la española Gregoria Ascensión Calleja Romero en 1927, trabajó con el fotógrafo Charles Alberty, realizó encargos para el Patronato de Turismo y creó su pequeña empresa, Postales Loty.

Durante la guerra permanece en Madrid, fotografía a La Pasionaria, a Modesto, a los soldados republicanos, se integra en las Brigadas Internacionales y luego en el Quinto Regimiento, publicando fotografías en la revista militar Transmisiones.A.P. Guadarrama Um ferido que gritava Viva la Republica

Tras volver a Portugal, parece que sin represalias, resulta que también trabaja para el servicio de propaganda y realiza fotografías para la gran Exposición del Mundo Portugués, de 1940, organizada por Salazar bajo la Presidencia del Mariscal Oscar Carmona.

En la página del Ministerio de Cultura, se pueden consultar los siguientes archivos:

http://ipce.mecd.gob.es/documentacion/fototeca/fondos-de-la-fototeca/archivo-loty.html

http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/63744

 

Elegía andaluza: el P.E.R. y el paro.

[Este artículo ha sido publicado el 18 de enero de 2018 en Crónica Popular ]

La vida en Andalucía transcurre dulce. Sus ciudades y pueblos son agradables y suelen estar llenos de historia, arte y cultura. Los turistas se maravillan ante ese gusto por la vida, esa sensación de farniente.

Pero el problema es precisamente ese, el farniente. Se vive mejor que se trabaja.

En gran parte de Andalucía hay muchos que ya ni se molestan en buscar trabajo. Viven de las ayudas sociales, del desempleo y, en los campos, del Plan de Empleo Rural, que dicen acoge a cerca de 150.000 personas. La paradoja es el panorama invernal, con los caminos y pueblos llenos de trabajadores africanos, marroquíes y suramericanos en la recogida de la aceituna. Es el gran misterio no desvelado en zonas donde, oficialmente, el paro alcanza al 35% de la población. El PER, que se ideó para evitar el éxodo rural, ha servido de «moral hazard» para que muchos ni se molesten en buscar trabajo, para apagar las ambiciones legítimas a mejorar de vida. El coste humano de este modelo se va a notar en los próximos años.

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Por otro lado, con la misma Administración desde hace cuarenta años, el enchufismo y el nepotismo proliferan, lo que tiene varias consecuencias. La primera, de orden moral, de la moral del trabajo. El trabajo, el mérito o la formación no son considerados por muchos como la forma normal de ganarse la vida y prosperar. Muchos jóvenes, desmoralizados por la falta de empleos decentes, por el enchufismo generalizado, prefieren los trabajillos temporales, las fiestas efímeras, el alcohol e incluso las drogas, como forma de pasar la vida, de ir tirando.

Pero, atención, porque esta situación tendrá una dura consecuencia política y es que va a provocar que Andalucía bascule de ser un feudo del PSOE a votar a los conservadores. Ya se está viendo en las ciudades y en muchos pueblos.

J. D. Vance ha contado en Hillbilly elegy, (traducción española en la editorial Planeta como Hillbilly, una elegía rural) cómo en muchos estados norteamericanos, los votantes cambiaron su voto casi histórico demócrata, al voto republicano. Estaban hartos de tantos subsidios y ayudas a los que no hacían nada mientras los verdaderos obreros se iban empobreciendo. Este libro describe muy bien esa América profunda que ha pasado de votar a la izquierda y ha votado a Trump. Sería bueno que los responsables de la Junta de Andalucía leyesen este libro.

Porque en Andalucía va a terminar pasando lo mismo. El clientelismo del PSOE se va agotando y muchos trabajadores, agricultores, empleados, están hartos de ver a muchos de sus vecinos no dar ni golpe ni querer darlo, cobrando todos los meses mientras muchos trabajadores, los autónomos, los pequeños propietarios agrícolas, se las ven negras para pagar impuestos, la seguridad social y otras cargas.

La consecuencia de esta espiral de falta de incentivos para invertir y para trabajar, es que en muchas zonas de Andalucía es difícil encontrar trabajadores bien formados, oficiales para la industria, para los servicios tecnológicos, para los empleos con más valor añadido. El modelo parece que se va marroquinizando, con multitud de tiendas y bares, como casi único tipo de empresas, en vez de profesiones. Los empresarios invierten lo mínimo, optando más por la economía de rentas, pisos, e inmobiliario en general, ayudados entusiásticamente por los alcaldes que cifran casi todo en la construcción y especulación del suelo. Los que se arriesgan a crear estructuras más complejas, empresas o simplemente un hotel rural, se topan con una Administración autonómica quisquillosa, lenta y que tiene más afán en obstaculizar que en favorecer la inversión. Que aplica la normativa de la UE pero no desmonta la excesiva burocracia.

Alguien con coraje (lo que parece ser una «contradictio in terminis» con la personalidad de muchos políticos) tendrá que reconocer que el PER es un modelo gastado. Lo que sirvió de parachoques ahora sirve de fármaco acomodaticio, una especie de adormecedor, un placebo. No es casual que en 2016 sólo el 2’5% de la inversión extranjera en España fuera en Andalucía. El desastre de Linares, por ejemplo, es paradigmático de una política errónea. Andalucía sigue siendo el furgón de cola en casi todo en España, y sus dirigentes, la Junta, sigue mirando para otro lado o culpando a otros. Nadie se considera responsable de este fracaso histórico, cuando ha sido la primera vez que ha habido democracia y encima ha gobernado, casi con absolutismo, en esa región una formación de supuesta izquierda.

El pasado del franquismo -esa gran coartada para justificar todos los males-, el abandono, del subdesarrollo, solamente lo han paliado, pero la desigualdad continúa, el bajo nivel educativo y, sobre todo, el empeoramiento de la situación si se compara con otras Comunidades Autónomas. No es el mezzogiorno italiano, porque nunca lo fue, pero no ha superado los males endémicos. El caciquismo antiguo ha sido sustituido por un nuevo tipo de caciquismo de partido. Pero Andalucía, con el monocultivo del aceite y del turismo, corre el riesgo, una vez más, de quedar al margen.

La gravedad del problema, lo que lo hace más profundo, es que el modelo andaluz no ha sido ni es siquiera socialdemócrata. Su crisis no va a ser del mismo orden que la del SPD alemán o de los socialistas franceses, sino de mayor calado y mayor duración. Los socialistas andaluces se han ido enajenando a gran parte de las clases profesionales, medias, más formadas, y a los pequeños y medianos empresarios, para acurrucarse en segmentos menos formados, más dependientes. Han creado una clase política clientelar, de muy cortas perspectivas, digámoslo sin ambigüedad, muy provincianas. Es exactamente el modelo que ha implantado Gaspar Zarrías. El resultado es que les crece la extrema izquierda y muchos de sus votantes emigran a Ciudadanos.

Pero la posición del PP respecto a los problemas sociales no augura nada bueno, pues carece de sensibilidad y en donde gobiernan, el modelo es prácticamente el mismo, amiguismo y clientelismo. Por eso, a pesar de los defectos de los socialistas, no consiguen ganar unas elecciones de manera clara. Son demasiado, digamos, arcaicos, y en los pueblos, muchos son puros tardofranquistas.

Lo que subyace en la sociedad andaluza es un exceso de politización en todas las esferas del poder, sea autonómico, provincial (con las discutibles Diputaciones) y municipal. La debilidad de la sociedad civil hace que el vacío lo ocupen los partidos. Y esto será parecido si otros sustituyen al PSOE, tras más de cuatro décadas de poder casi omnímodo.

Los socialistas, que aun tienen el control de la Administración andaluza y de muchos municipios, deberían ser los primeros en corregir o incluso cambiar el sistema, antes de que lo hagan otros de manera mucho peor y más drástica. Citando al ya muy antiguo Auguste Comte, pero aun actual, se necesita más moral y menos política, es decir, mas sociedad civil y menos partitocracia.