Los Campos de Hernán Perea (Jaén)

En el término municipal de Santiago de la Espada, en los confines de la Sierra de Segura, se encuentran los Campos de Hernán Perea.

Campos de Hernán Perea

Campos de Hernán Perea. Al fondo, el Calar de las Palomas  (acrílico sobre tela, 60 x 50).

Santiago de la Espada (provincia de Jaén, Andalucía, España) es un pueblo situado a 1.250 metros sobre el nivel del mar. Se llamó antiguamente El Hornillo y era una aldea de Segura de la Sierra. En 1691 fue elevada a la categoría de villa, segregándose de Segura. Tenía ayuntamiento, cárcel y pósito. La parroquia de Santiago dependía de las Ordenes Militares. Había además tres ermitas, consagradas a San Antonio de Padua, San Roque y a la Purísima Concepción.

Según Madoz, tenía en su término minas de hierro, cobre, plomo, piritas ferruginosas y muy buen lignito, pero sin explotar. Madoz es quien atribuye el origen de los pobladores a pastores trashumantes de la Serranía de Cuenca. De estas explotaciones mineras no queda rastro ni memoria, al parecer.

En Pinar Negro, cerca de los Campos, antiguamente se hacía alquitrán o pez en las ‘pegueras’, probablemente quemando madera y después destilando el carbón. Esta práctica seria, como es natural, desastrosa para los montes y para el entorno pues las retortas producirían también gas y amoníaco. Recuérdese que el Pinar Negro, cuyo nombre sugiere montes cerrados y espesos, no es apenas sino un recuerdo, casi una leyenda, debido a que, tras las dos Desamortizaciones, la de Mendizábal (1836) y la del propio Madoz (1855), los antiguos montes, que pertenecían a los bienes demaniales de Segura o a la Provincia Marítima de Segura, fueron talados por los  nuevos propietarios).

Hay un libro, ‘Los Hornilleros’, de Juan Luis González Ripoll que se refiere precisamente a las gentes de Santiago y del río Madera. Otros libros del mismo autor son ‘Paisaje sin Lobos’, y ‘Narraciones de Caza de la Sierra de Cazorla’, también sobre Santiago de la Espada.

(Texto del Almanaque Segureño).

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Cuando algunos militares españoles soñaban con invadir Portugal (1941)

Pedro Teotónio Pereira, embajador portugués, parecía obsesionado con los ánimos invasores de una parte de los españoles, sobre todo entre la Falange y los militares. Pero no era una obsesión banal. De estas tendencias da cuenta en su correspondencia con Salazar. Efectivamente, además de alguna soflama publicada en el diario ‘Arriba’, hubo un sector militar que pensaba que había que invadir Portugal.

Los alemanes del Tercer Reich fueron testigos:

Reich MAE

Documento nº 26

Stohrer (embajador de Alemania en Madrid) al Ministro de Asuntos Extranjeros

Telegrama

Embajada de Alemania en España
nº 2111 secr.

Madrid, 10 de mayo de 1941. Secreto

Adjunto el informe del coronel Kramer, Agregado aéreo en la Embajada, sobre las opiniones expresadas por los medios militares sobre las relaciones entre España y Portugal

Las tensas relaciones entre España y Portugal son objeto de numerosos rumores y son el tema favorito de las conversaciones en el cuerpo de oficiales del Ejército español.

En sus conversaciones con mi Oficial adjunto y conmigo mismo, los oficiales aviadores han usado expresiones de este tenor:

«Cuando hayamos llevado nuestra frontera occidental al Atlántico…» o «Cuando las escuadrillas alemanas puedan participar en los combates en el Atlántico, partiendo de bases portuguesas, que estarán en manos españolas «, etc.

Se expresa así abiertamente la opinión de que un país tan pequeño como Portugal no tiene derecho a existir en una nueva Europa y que, tanto desde el punto de vista geográfico como etnográfico Portugal pertenece a España.

TeotonioPara esta guerra contra Portugal … se cuenta con una resistencia muy débil de Portugal.

El director de la Escuela de Guerra, el general Aranda, me ha hecho saber que le han encargado el estudio de las medidas preparatorias en caso de que las tropas españolas penetrasen en Portugal.

[se extiende en consideraciones sobre los sentimientos proalemanes de la oficialidad española y los riesgos de que la RAF defendiese Portugal]

En el mismo Portugal, los militares favorables a nosotros son bastante poderosos en este momento. Según el coronel Cintra, todos los oficiales superiores anglófilos -muy numerosos- son conocidos y podrían ser eliminados llegado el momento [ésto, subrayado en lápiz azul al margen; la palabra ‘eliminados’ subrayada y seguida de un signo de exclamación].»

El Conde de Montecristo, historia de una venganza

Alexandre Dumas tenía, en el fondo de su alma, dos heridas. Una, cierta sensación de menosprecio entre parte de la sociedad por sus orígenes negros, pues su padre, el general napoleónico Thomas Alexandre Dumas, era hijo de una antigua esclava. Otra, por sus orígenes bonapartistas. El siempre miró con ojo crítico la Monarquía de Julio, esa restauración que propició las ganancias ilícitas, la corrupción y la creación de fortunas basadas en la especulación y en la cercanía al poder con las grandes obras públicas, como los ferrocarriles. En esos años, el capitalismo francés, los banqueros unidos a los magistrados y a las altas esferas de la Corte, hicieron pingües, y a veces, efímeros negocios.

downloadDumas, gran republicano, bonachón, manirroto, casi pródigo, además de amante de la vida, la comida y las mujeres, llegaría a la ruina casi total a pesar de que era el escritor más leído de Francia y de que ganó muchísimo dinero con sus novelas, muchas de ellas, en feuilleton, por entregas, lo que explica, en gran parte, su desmesurada longitud.

De pluma ágil con una capacidad de trabajo inigualable, era capaz de escribir una pequeña novela, una obra de teatro, en menos de un día. También se sirvió, como es sabido, de ‘negros’, como Auguste Maquet (que hoy sería llamado co-autor, en realidad), que trazaban el borrador de la historia que él les indicaba, a las que Dumas añadía después detalles, frases, adjetivos, páginas. De hecho, ya en 1845, se publicó un libro titulado Fabriques de Romans, Maison Alexandre Dumas et Compagnie. Lo que no resta mucho a la genialidad del autor, aunque le costó algunos procesos.

Monte Cristo, además de ser ese islote no lejano a la Isla de Elba, que un día él viera de lejos, navegando, era también el nombre una plantación en Haití, Mont-Christ, que había pertenecido a uno de sus antepasados, en la que se explotaba la caña de azúcar, el café y, como era corriente entonces en las colonias del Caribe, el tráfico de esclavos. La historia de la novela, como revela la gran biografía de André Maurois, Les trois Dumas, proviene de un informe policial de unos crímenes que tuvieron lugar en París a manos de un vengador, que así tomó la revancha de haber sido encarcelado como agente inglés y haberle sido robada su enamorada. Estaba en Mémoires tirés des Archives de la Police de Paris, obra de Jacques Peuchet, antiguo archivero de la policía. También Stendhal se inspiró en un suceso para escribir El rojo y el negro.

Dominique Fernandez, el gran escritor francés, uno de los mejores conocedores de Italia, de la música, del Barroco y de Rusia, ha reivindicado la figura de Dumas en Les douze muses d’Alexandre Dumas. Fernandez, hijo del crítico literario francés, derechista, fascista, de origen mexicano, Ramón Fernandez (fallecido en 1944), dedica su libro a explicar el origen y vicisitudes de la obra de Dumas.

El Conde de Montecristo, Edmond Dantès, es un personaje nietzscheano (paciencia, valor e inocencia), el superhombre. Su venganza es contra tres arquetipos: el celoso, el codicioso y envidioso, y el ambicioso y prevaricador. Es tenaz e impasible en su venganza, lenta y pensada, hasta que se produce una víctima colateral, como se diría ahora, un niño (una peste, por otra parte, el Edouard).

Es también Dantès, marsellés, un hombre de Oriente, ese mundo que fascinaba a Alexandre Dumas y que se había puesto de moda gracias, ente otros, a Chateaubriand y a Galland, traductor y divulgador en Europa de Las mil y una noches. El personaje de Haydée, que hace soñar, parece salido de esos cuentos. Los recursos del conde a la magia y a un cierto ocultismo, a los disfraces, son también muy de la época y dan al personaje un cierto aire luciferiano.

13488La obra quizá más importante y conocida de Dumas, abunda en referencias históricas, en citas musicales (adoraba las óperas, especialmente las de Rossini), en detalles sobre Grecia, Italia, sobre su amada Marsella, y se lee, aun hoy de forma trepidante, sin descanso, hasta acabar esas casi mil quinientas páginas.

No hay que olvidar otras obras suyas importantes y fascinantes, como sus viaje a Rusia y a Chechenia y Georgia (En Russie, Le Caucase), así como novelas cortas y relatos inspirados por España, como El Salteador, De Paris à Cadix, Le Bâtard de Mauléon, etcétera.

Además de su influencia en muchos autores, incluso en Jules Verne, en comics o bande dessinée, El Conde de Montecristo ha sido llevado al cine en más de treinta películas.

El público, la crítica literaria y los otros escritores.-

Como sucede a menudo, el público premia lo que el intelectual desprecia. Así ha pasado y pasa con esta gran novela. Por supuesto que hay novelones que llegan al público y no son literariamente buenos, pero éste no es el caso. Está bien escrita, la historia se tiene de pie desde el principio al final, los personajes –sobre todo los malvados- son arquetípicos (Danglars, Caderousse, Villefort), las descripciones, como las de Roma (con su carnaval) o Marsella, excelentes.

Exito de esta novela entre el público, mientras los intelectuales, muchos más que nada eruditos a la violeta, torcían el gesto y no la pasan de folletín (como lo siguen haciendo muchos sabios parisinos, entre ellos el muy ilustrado Charles Dantzig, que dedica una página y media a Dumas –pero cinco a Malraux- en su historia personal de la literatura francesa, su Dictionnaire égoïste de la littérature française.

Su longitud, en estos tiempos en que sólo se tiene paciencia para 140 caracteres, es un gravamen. Como muchos otros grandes libros que habría que leer, hay que tener algo de tiempo, no ir con tantas prisas. Así, el Quijote, Antagonía, de Luis Goytisolo, Guerra y Paz, David Copperfield, Memorias de Ultratumba, o tantas largas y memorables novelas. Más de mil páginas suelen ser una garantía.

Es un libro apasionado y su autor tiene ese talento que ha sido objeto de tantas disquisiciones entre genio y talento, entre amenidad y profundidad.

 

La ayuda de Mussolini a Franco, en unos documentos alemanes

Entre los libros que se encuentran rebuscando en los alfarrabistas o libreros de lance de Lisboa, me topo con éste, publicado por Editions Paul Dupont, de Paris, 1946.

Reich MAE

Centenares de libros y artículos se han publicado sobre la esencial e imprescindible ayuda que Hitler y Mussolini -no gratis, sino cobrado en minerales y materias primas- facilitaron a Franco. Entre otros, claro está, el historiador Angel Viñas. Pero este librito, casi un folleto, me recuerda, en las propias palabras de los altos funcionarios y militares nazis, esa ligazón sin la cual Franco no hubiera ganado la guerra (la división de la izquierda española, y la tibieza de los nacionalistas vascos y catalanes, también contribuyeron en gran medida a la derrota de la legalidad republicana).

No está demás recordar que, además de Gernika, hubo crueles bombardeos de la aviación italiana en Barcelona y ametrallamientos masivos de población civil en la carretera de Málaga a Motril perpetrados por la aviación italiana. No todo fue obra de la Legión Cóndor.

Así, extraigo algunas notas significativas sobre estos aliados del franquismo desde la primera hora:

Nota sobre la entrevista de Mussolini con Bulow-Schwante, Jefe de Protocolo del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán.

Octubre 1937

(documento conservado en los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores de la URSS, que forma parte de los trofeos (sic) de guerra del Ejército Rojo)

«Mussolini se ha detenido largamente sobre la cuestión española. Habría que, a cualquier precio, ganar la guerra de España y no cabe duda de que se llegará a la victoria. Hasta ahora, Italia ha hundido unas 200.000 toneladas y que se propone seguir estas operaciones de torpedeo (…) quiere enviar 100 aviones y 4.000 hombres del Cuerpo de Ingenieros (a Franco).

El General Franco le ha informado de su intención de comenzar una gran ofensiva decisiva. Mussolini ha declarado que el compromiso con España ya le ha costado tres mil millones de liras; le he contestado que esa suma corresponde aproximadamente a 500 millones de marcos y que la participación de Alemania era por lo menos de esa importancia. Mussolini querría a todo trance recuperar estos capitales y cree que es perfectamente posible gracias a los stocks importantes de materias primas que se encuentran en España. Se ha tomado la libertad de adelantarse un pequeño avance de ese pago, confiscando un barco con 4.000 toneladas de trigo que, bajo pabellón de Panamá, se dirigía a un puerto rojo. En definitiva cuenta con la honestidad de los españoles, aunque no espera mucho del propio General Franco

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Stohrer (Embajador ante Franco de 1937 a 1942) al Ministerio.

San Sebastián, 4 de mayo de 1938

«En lo relativo a la retirada de la Legión Cóndor, Franco (…) pide disponer durante un cierto tiempo de los voluntarios alemanes; piensa que todavía hay que esperar una resistencia tenaz de los rojos (…) -resistencia que se irá desagregando (sic) poco a poco en combates locales. Sólo cuando comience la «pequeña guerra» (y no antes de que se pueda hablar de acciones de policía) será cuando Franco podrá  prescindir de los voluntarios alemanes (…)

Por lo que se refiere a los italianos, Franco piensa (…) que las dos divisiones italianas formadas por 25 batallones cada una, serán reducidas a una, en razón de las pérdidas considerables sufridas por los italianos últimamente y la evacuación de los enfermos, lo que se traduce en una reducción de un tercio de las fuerzas italianas.»download

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Comunicación de Keitel a Weizsaecker

(Keitel: en 1938, general de Artillería, coronel general en 1939. Mariscal de campo desde 1941, y desde 1940, miembro del Consejo Secreto de Hitler. Weizsaecker, diplomático, Director de la Sección Política del Ministerio; desde 1944, Embajador ante el Vaticano)

Berlín, 2 de junio de 1938

«(…) según nuestras informaciones, el número de soldados de infantería y de artillería (italianos) en España, sería de 20 a 25.000 hombres, a los que hay que añadir el personal de aviación –de vuelo y sedentario-, unos 7.000 hombres. Hay que contar, pues, con una presencia (italiana) de cerca de 30.000 hombres.»

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download-1Stohrer al Ministerio

San Sebastián, 19 de agosto de 1938

«Objeto: Nuevas tropas italianas y equipo militar para España

Adjunto los datos que me ha enviado el agregado naval (desembarcos en Cádiz de tropas y material italiano):

Fechas                                   Tropas                            Armamento

19 junio                                  400                                 2000 Tm

25                                           400                                  1000 Tm

3 julio                                     350

11                                           300                                  aviones, municiones

13                                           400                                  1.100 Tm

16                                           280

24                                           –                                       60 camiones

26                                           209

27                                           331

29                                           401                                  100 Tm

3 agosto                                  200

10                                           300

Total: 3.571 hombres, 4.200 Tm, 60 camiones y armamento cuya cantidad escapa a un control exacto. »

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Hay muchos más documentos, en los que se trata de la posible retirada de la Legión Cóndor, del inminente fin de la guerra, de los pilotos alemanes prisioneros de los ‘rojos’ (Keitel dice «estar muy preocupado»), etc.