Pon en mis labios palabras armoniosas
cuando esté en presencia del león;
vuelve el odio de su corazón
contra el que nos combate
(Est. 4, 17)
Este jueves y viernes, 25 y 26 de febrero, se celebra la fiesta del Purim. He caído en la cuenta por casualidad, leyendo el libro de Ester, uno de los libros más optimistas de la Biblia, donde relata la liberación de los judíos gracias a la intervención de la reina judía Ester, que estaban amenazados de exterminio por Haman, visir del rey persa Assuero (Jerjes I).
Este libro es uno de los últimos de la Biblia hebrea y data del siglo II a.C. Está considerado como ficción, pero tiene unos rasgos singulares, como es la alusión a la historia, además de sus alegorías, propias de todas las Escrituras, que han abierto siempre el campo a la interpretación, a los comentarios, la indagación.
“…no pudiendo el rey conciliar el sueño, mandó que trajeran y leyeran en su presencia el libro de las Memorias, o Crónica”.
Se menciona curiosamente un libro secular, no un libro sagrado, y la fiesta que lo celebra es alegre, de comida y bebida, como la de los candelabros, Hannuká, otra de las festividades menores del judaísmo. También ha sido considerado por alguna feminista ilustrada como un símbolo del feminismo, tanto personalizado en la primera reina, Vasti, como en Ester.
En Ester, relato romántico, muchos pintores se han inspirado y se han hecho varias películas, quizás la más clásica sea la de Raoul Walsh, de 1960, con Joan Collins, como otra dirigida por Amos Gitai (1986).
El Purim, como fiesta de las Suertes, fue trasladado por los comentaristas rabínicos a otros acontecimientos de liberación del pueblo judío. La más cercana a nosotros es la leyenda del Purim del rey portugués Don Sebastián. Cuando se dirige a dar la batalla de Alcázarquivir (1578), dos judíos expulsados de Portugal advirtieron a los judíos que vivían en Marruecos que el rey portugués se proponía, si resultaba victorioso, bautizarlos a todos, como habían ordenado en Portugal en 1497. Cuando fue derrotado en la Batalla de los Tres reyes, para celebrarlo los judíos instituyeron el segundo Purim, llamado Purim Sebastiano o Purim de los Cristianos, en recuerdo del de Ester y Mardoqueo (Mordecai). Hubo otros purim, como el de Egipto (celebrando la liberación en 1524 de los judíos gracias a Soleimán el Magnífico).
Curiosamente, el desastre de Alcázarquivir y la desaparición de don Sebastián, llevaría a Felipe II a ocupar, por razones dinásticas, como tío del portugués, el trono de Portugal, durando la época filipina hasta 1640. Época que los portugueses detestan, por cierto.