El pueblo de Hornos, en la Sierra de Segura, Jaén, antiguo, con su fortaleza de los tiempos moros, donde hoy hay instalado un observatorio de estrellas, el Cosmolarium, está muy bien situado en una atalaya natural sobre el gran pantano del Tranco. Es un pueblo donde el buen gusto predomina, lo que se manifiesta en las casas, blanqueadas, arregladas, las calles impolutas y, sobre todo, por las flores que hay en casi todos los balcones, en sus paseos por debajo del castillo. Geranios, claveles y rosas de todas clases adornan muros, alféizares y pasajes. En Francia a esos pueblos les llaman ‘ville fleurie’ y hay premios para estimular la concurrencia en cual lo hace mejor y con mejor gusto.
Se percibe en Hornos un sano orgullo por mantener el pueblo bello, sosegado (es peatonal todo él) y sencillo. Tiene varias casas de comida honestas, arregladas y donde atienden con simpatía. También hay casas para alquilar en calles recoletas y tranquilas.
La iglesia es digna de ver, en la misma plaza del ayuntamiento, la plaza Rueda. En ella estaba un jarrón árabe que ahora está en el Museo Arqueológico de Madrid.

Acérquese el viajero, a pie, por una acera umbrosa, hasta la fuente de Alcoba Vieja, para disfrutar del frescor y de las vistas.
Hornos es uno de los ejemplos para hacer compatible las visitas, el turismo demorado, sin prisas, con la conservación del espíritu rural. Más información en http://www.hornos.es.