Evocaciones

Paisaje imaginado (acuarela 15 x 30 cms)

Observo y escudriño el viejo mapa
de la tierra natal desconocida,
lugares ignorados,
historia adormecida.
Dos naciones se juntaron,
el cartógrafo de Gante
me desvela.
La llamada no atendida,
memoria de apellidos brabanzones,
calles grises, olvidadas, y canales,
baronías inventadas y blasones,
imaginarios gules y leones;
ansia ancestral de gloria familiar,
genealogía sin beneficio,
sólo invento y desperdicio.

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António Nobre y Jaime Gil de Biedma, poemas sobre la felicidad

Los dos poetas cantan la vida feliz, sin prisas, sin preocupaciones económicas, sin ansias intelectuales, en una casa sencilla (blanqueada, frente al mar) aunque el portugués añade que añora una mujer que le dé una hija.

 

Canto da felicidade (Ideal dum parisiense)

Por António Nobre (Oporto, 1867-1900)

 

Felicidade! Felicidade!

Ai quem me dera na minha mão

não passar nunca desta mesma idade,

Dos 25, do quarteirão.

 

Morar, mui simples, nalguma casa

Toda caiada, defronte o Mar;

No lume, ao menos ter uma brasa

E uma sardinha para nela assar…

 

Não ter fortuna, não ter dinheiro,

Papéis no Banco, nada a render.

Guardar, podendo, num mealheiro

Economía pró que vier.

 

Ir, pelas tardes, até à fonte

Ver as pequenas a encher e a rir,

E ver entre elas o Zé da Ponte

Um pouco torto, quase a cair.

 

Não ter quimeras, não ter cuidados

E contentar-se com o que é seu,

Não ter torturas, não ter pecados,

Que, em se morrendo, vai-se pró Céu!

 

Não ter talento: suficiente

Para na vida saber andar,

E quanto a estudos saber somente

(mas ai somente) ler e contar.

 

Mulher e filhos! A mulhercinha

Tão loira e alegre, Jesús, Jesús!

E, em nove meses, vê-la choquinha

Como uma pomba, dar outra à luz.

 

Oh! Grande vida, valha a verdade!

Oh! Grande vida, mas que ilusão!

Felicidade! Felicidade!

Ai quem me dera na minha mão!

 

 

De vita beata

Por Jaime Gil de Biedma (Barcelona, 1929-1990)

 

En un viejo país ineficiente,

algo así como España entre dos guerras

civiles, en un pueblo junto al mar,

poseer una casa y poca hacienda

y memoria ninguna. No leer,

no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,

y vivir como un noble arruinado

entre las ruinas de mi inteligencia.

 

 

 

 

El poeta y humanista portugués Vasco Graça Moura (1942-2014), in memoriam

Obituario publicado en http://www.estrelladigital.es el 28 de abril de 2014

La última vez que vi a Vasco Graça Moura, él desayunaba con su familia en O Chef, una pequeña cafetería amable de la rua de Lapa, en Lisboa. Me crucé con él varias veces, porque no era un hombre recluido sino un ciudadano activo y vital, sin conocernos, en la feria dominical de antigüedades y libros de Belém, cerca del Centro Cultural que presidía, y hasta en Bruselas, en ese restaurante tan singular que es L’Ogenblik (el guiño), en la Galerie des Princes.

Era un buen poeta, de poesía amorosa, jocosa, fadista, de canto a la vida, y clásica. Nunca renunció a una elegancia moral y culta en todos los ámbitos de su vida privada, política e intelectual.

imgres-1Fue un gran servidor público, activo, en su país y en Europa, lo que hizo compatible con escribir, por ejemplo, una meditación poética sobre Europa (Una carta en invierno, 1997) o acontecimientos actuales (Laocoonte, rimas varias, andamentos graves, 2005). En los temas de identidad portuguesa y su inserción europea fue siempre original, si bien moderado y con reflexiones muy meditadas (Anotações Europeias, 2008).

Amante de Camões y de la poesía clásica, Vasco Graça Moura fue un ejemplo de cómo se puede cohonestar la actividad política, comprometida con su siglo, y la poética y cultural (Angel Gabilondo, ex ministro, escritor, pensador, en España, hace lo mismo). Ejerció la ciudadanía de manera ejemplar y por encima de concesiones a los efímeros y banales compromisos políticos (por ejemplo, se negó a aplicar el controvertido Acuerdo Ortográfico con Brasil, un invento de los políticos que ignoran la lengua portuguesa, a pesar de su alto cargo cultural). No deja de ser significativo que a finales de enero participaba todavía en un debate sobre la Educación del gusto literario y el diálogo entre humanidades y ciencia.

 Graça Moura ha sido un adalid de la cultura en Portugal. El gran pensador Eduardo Lourenço calificaba el mundo de Vasco, “entre la epopeya y la melancolía”. Exactamente portugués.

El mar en la poesía de la portuguesa Sophia de Mello Breyner

Unamuno, en esas afirmaciones suyas a veces tan voluntariosas y tajantes, decía que, Castilla era épica, el Mediterráneo peninsular, plástico, y Portugal, lírico. El, como amigo de muchos escritores y poetas portugueses -algo insólito en la España de entonces- se inclinaba por la poesía portuguesa más que por la prosa (por ejemplo, no apreciaba mucho al gran escritor Eça de Queiroz). Efectivamente, el número y calidad de los poetas portugueses era y es extraordinario. En todas las librerías hay una sección bien nutrida de poesía y muchas editoriales minúsculas difunden con cuidado y delicadeza poemas, cantos y otras obras líricas.

Sophia

Sophia (Photo credit: * starrynight1)

Descendiente de una ilustre familia, (Oporto, 1919 – Lisboa 2004), Sophia de Mello Breyner Andresen ha sido poco divulgada en España y es prácticamente desconocida, a pesar de habérsele otorgado el Premio Reina Sofía en 2003. Ya sabemos que la poesía es de minorías, pero no tanto; este desconocimiento está totalmente injustificado. En las tristes y desangeladas páginas de internet de La Casa del Libro hasta el motor de búsqueda la confunde con Herberto Helder (otro gran poeta portugués, éste, vivo). Es un ejemplo del desconocimiento todavía abismal que nos separa de Portugal. Sólo la editorial Huerga y Fierro publicó una antología de la escritora hace casi tres lustros. Y se acabó, no interesa más.

La poesía y el mar, la mar océana, han estado siempre ligados en Portugal. Camoens no hace otra cosa sino exaltar las hazañas marítimas de Os Lusíadas. Definió Portugal como un jardín plantado al borde del mar, «um jardim à beira do mar plantado». El mar está presente también en la obra de Sophia de Mello Breyner, que nos despierta el sentimiento con sus palabras y sus versos. 

El mar de Sophia es compañía, confidente y testigo de su estado de ánimo,

Mar sonoro, mar sin fondo, mar sin fin,

tu belleza aumenta cuando estamos solos

y tan a fondo íntimamente tu voz

sigue el más secreto baile de mi sueño,

que hay momentos en que creo

que eres un milagro sólo para mí creado.

El mar es una frontera abierta, que abre y no que cierra. Portugal, país pequeño, ha compensado su estrechez, el peso amenazante de la legendaria Castilla, con sus descubridores -fíjese el lector que en Portugal no se habla de conquistadores- y con su poesía marítima. El Océano ha sido la salida natural de los lusitanos y la fuente de inspiración más profunda que ha tenido su poesía. También, hay que reconocerlo, el mar, ese mar de verdad, el océano, ha sido la salida fácil, no europea, de un Estado alejado del centro del continente.

Portugal fue un imperio comercial -mientras el de Castilla era minero-, y a partir de finales del siglo XIV emprenderá sus rutas hacia Terranova, hacia África y Asia. Un Estado que buscó en la alianza inglesa su razón de ser, su defensa y su apoyo. Quizá por eso los sentimientos europeistas sean en Portugal más débiles que en otros países.

Ya desapareció…

IfachIngente Ifach dorado,

transparente en el aire,

cuando al mar le derramas

tu elevada hemosura (…)

Alto monte

de Ulises. Tus palomas,

con los cerrados vuelos

que el mar azul duplica (…)

Fábula al Peñón de Ifach

Adriano del Valle